martes, 20 de mayo de 2008

Algo sin tanta aceptación

Lo que sé es que no acepto.
Ni siquiera lo sé del saber teórico
Apenas lo sé intuitivo, lo se de sentir.
Escucho, pienso pero no puedo ordenar
no entiendo lo que estas defendiendo ni sé por qué me atacas.
Así no quiero jugar más.
No sé qué imponer, no tengo verdades (o las tengo todas y es lo mismo).
Yo era huérfana, rebelde, libertina, hasta que fui capturada bajo mi propia voluntad. Conocí un castillo donde me hicieron sentir dueña y me enseñaron de los lujos cuando mi palabra es ley. Me quise acostumbrar, no me costo demasiado, deje crecer mi sentimiento victorioso de conquista. Los hábitos salvajes disimulaban bajo la apariencia de una seguridad efectiva. Pero el disgusto de quien admiraba romperse un encanto pasó de la rabia a la tristeza.
Ahora, enjuiciada por ser el reflejo de quien debería haber sido, sé que estoy encadenada a un ideal.
Y fui acusada de temeraria, falsificadora, imitadora. Yo que carecía de experiencia fui llamada malcriada. Porque no tengo modelo, método, ni objeto no pertenezco al reino de la ciencia, entonces soy una excepción, una anomalía, un fenómeno metafísico. Pero no soy culpable de tu afección, buena o mala no creo en la culpa.