
lunes, 14 de diciembre de 2009
Invisible

lunes, 30 de noviembre de 2009
Primera carta conyugal - Antonie Artaud.
Cada una de tus cartas aumenta la incomprensión y la estrechez de espíritu de las anteriores; juzgas con tu sexo
y no con tu pensamiento como lo hacen todas las mujeres.
Confundirme yo, con tus razones. ¡Te burlas! Pero lo que me irritaba era verte volver sobre las razones que hacían tabla rasa
sobre mis razonamientos, cuando uno de esos mismos te había llevado a la evidencia.
Todos tus razonamientos y tus infinitas disputas no podrán impedir que no sepas nada de mi vida y que me condenes
por un mínimo fragmento de ella misma. No debería siquiera serme necesario justificarme ante ti si sólo fueras, tú misma, una mujer prudente y equilibrada, pero tu imaginación te enloquece, una sensibilidad sobre aguda que no te permite enfrentar la verdad. Contigo cualquier discusión es imposible.
Sólo me queda decirte una cosa: mi espíritu siempre fue confuso, un achatamiento del cuerpo y del alma, esa suerte de contracción de todos mis nervios. Si me hubieras visto hace algunos años, por períodos más o menos cercanos, antes aún
de que en mi se sospechara el uso del que tú me recriminas, dejarías de extrañarte, ahora, del retorno de esos fenómenos.
Si por otra parte estás convencida, si te parece que su reincidencia se debe a ello, entonces no hay nada que decir, contra un sentimiento no se puede luchar.
De cualquier manera ya no puedo contar contigo en mi angustia, ya que te niegas a ocuparte de la parte de mí más afectada:
mi alma.
No me has juzgado, por otra parte, nunca de otra manera que por mi aspecto externo como hacen todas las mujeres,
como hacen todos los imbéciles, cuando lo que está más destruido, más arruinado es mi alma interior; y no puedo perdonarte eso, pues las dos no siempre coinciden, desafortunadamente para mí. En cuanto a lo demás, te prohibo hablar otra vez.
Extrait de "L'ombilic des Limbes, Le pèse nerfs" 1926
miércoles, 11 de noviembre de 2009
La cara llena de cables
enroscados bajo la piel
bajo la carne los huesos
minuciosos nudos trasparentes.
Un grito helado se expande
desgarra la boca
los labios brillan intactos
tirantes soportes de aquel gesto.
La mueca
se impregna en la cara
en los ojos que antes lloraban
y ahora solo recuerdan.
Los músculos sostienen incansables
el impacto de la pérdida
y retienen
retienen todo en la memoria.
Cada lágrima
suelta un puñado de alivio
la respiración abre las manos
la cara se desnuda
los ojos balcones vacíos
y me asomo para ver lo posible.
jueves, 1 de octubre de 2009
que descalifiques mis movimientos.
Volver a ese lenguaje incomprensible
emociones sórdidas, excitantes
cables de información que no comunican
enredando huesos fríos y blancos como la soledad.
Volver al pantano de ojos que me sumergen inocente
escuchar lo inseguro de mis pasos bajo esa risa filosa
voraz, virgen, vomitiva, vanidosa, valida
violenta como la voz gritando la caída vertical.
Necesito raspar el miedo agolpado en las uñas
sobre tu espalda, sin mirarte
para devolverte las marcas que destacaron mi orgullo
y demostrarte que gracias a tu desprecio insaciable
descubrí un placer invencible.
Estoy dispuesta a enfrentar tus disculpas
por eso reanudemos la batalla.
jueves, 24 de septiembre de 2009
miércoles, 15 de julio de 2009
LA MUJER ROTA-
24 de marzo
Listo. Colette y jean Pierre me esperaban. Cené en casa de ellos.
Me han acompañado hasta aquí. La ventana estaba negra; siempre estará negra.
Subimos la escalera, ellos dejaron las valijas en el living. No quise que Colette se quedara a dormir: tendré que acostubrarme. Me senté delante de la mesa. Estoy sentada. Y miro esas dos puertas: el ecritorio de Maurice; nuestra habitación. Cerradas. Una puerta cerrada, algo que acecha detrás. No se abrirá si yo no me muevo; jamás. Detener el tiempo y la vida.
Pero sé que me moveré. La puerta se abrirá lentamente y veré lo que hay detrás de la puerta. Es el porvenir. La puerta del porvenir va a abrirse. Lentamente. Implacablemente. Estoy sobre el umbral. No hay más que esta puerta y lo que acecha detrás. Tengo miedo. Y no puedo llamar a nadsie en mi auxilio.
Tengo miedo.