Llegué a mi casa con el último aliento, agitada como si hubiera atravesado un desierto-Y de alguna manera lo acababa de atravesar –me dije al dar vuelta la llave, sólo que necesitaba tiempo para reflexionar y acomodar todas las visiones que había tenido unas cuadras atrás.
Me tomaría un baño, la sal de la transpiración seguía dándome calor.
Ya bajo la ducha pensaba con más claridad, Ella estaba tranquila, confiaba en las percepciones de esa tarde y yo empecé a serenarme.
El ruido del agua cayendo sobre el piso parecía el eco de muchas risas que invadían mi intimidad, me sentí descubierta entonces y fui dándome cuenta de que estaba eufórica en realidad pero que por alguna razón me costaba notarlo.
Me asusté, cerré la canilla intentando persuadir esa sensación casi libidinosa, no podía detenerme entre tanta confusión, no quería disfrutar de algo sin saber qué era lo que me estaba pasando, no estaba dejando que las cosas sean.
La imagen de Leia Disna aparecía en todos mis pensamientos.
martes, 6 de enero de 2009
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