El testigo
Yo no te pido nada
yo no te acepto nada.
Alcanza con que estés
en el mundo
con que sepas que estoy
en el mundo
con que seas
me seas
testigoi juez y dios.
Si no
para qué todo.
Libro: Poemas de amor a Juan Carlos Onetti
martes, 5 de febrero de 2008
viernes, 1 de febrero de 2008
Sucia y Descalza
Sentada en la oscuridad
sostengo mi cabeza, pienso.
¿Cuánto tiempo hace ya que no duermo?
Lo suficiente como para hallarme perdida, creo.
Mis ojos en resistente vigilia
sucumben al sueño, espontáneo, placentero
y en el instante mas profundo de entrega
un sónido me arrastra hacia la superficie.
Alerta, mi corazón se acelera.
El silencio selló mis oídos desde hace tiempo.
Entonces pude verme.
Como un holograma, atrapada en el tiempo ¿qué tiempo?.
Algo despertó en mí para notarme que estoy dormida
que me perdi en un sueño.
¿Podré despertar o estoy muerta?
Pesadillas a la hora de la siesta
Guacha editora 2005
sostengo mi cabeza, pienso.
¿Cuánto tiempo hace ya que no duermo?
Lo suficiente como para hallarme perdida, creo.
Mis ojos en resistente vigilia
sucumben al sueño, espontáneo, placentero
y en el instante mas profundo de entrega
un sónido me arrastra hacia la superficie.
Alerta, mi corazón se acelera.
El silencio selló mis oídos desde hace tiempo.
Entonces pude verme.
Como un holograma, atrapada en el tiempo ¿qué tiempo?.
Algo despertó en mí para notarme que estoy dormida
que me perdi en un sueño.
¿Podré despertar o estoy muerta?
Pesadillas a la hora de la siesta
Guacha editora 2005
lunes, 28 de enero de 2008
No voy a aceptar la condición de roedor/a
Soy tigre, y un gato no me sacia, a la larga...
Soy de fuego, poco recomendable para la polvora!
(y vos no sos mas que un polvo) y hoy no es exploción lo que busco
Lo que busco son mareas metálicas o estampidas aladas
......... complemento para contrarrestar este incendio!
Soy de fuego, poco recomendable para la polvora!
(y vos no sos mas que un polvo) y hoy no es exploción lo que busco
Lo que busco son mareas metálicas o estampidas aladas
......... complemento para contrarrestar este incendio!
jueves, 17 de enero de 2008
GATO ESCALDADO
CAPITULO DIECISEIS-
Una carta de despedida hecha pedazos
Me preguntais por qué.Os contestaré. Porque estoy cansado de vivir. Cansado de vivir en este mundo de pequeños perros, de pequeños sentimientos, de pequeñas satisfacciones. Se debe estar contento, pero yo no quiero estarlo. No quiero estar satisfecho como un perrito. No hay nada tan repugnante como cuando los perros regresan a casa después de haber vivido sus perrunas aventuras. Yo he sido un perro grande. Pero ni siquiera uno de los grandes quiero ser, aunque siempre es mejor que ser un perrito insignificante. No hay otra opción que ser un perro grande o un perro pequeño.
He sido un perro grande porque os he engañado a todos vosotros. También he sido un perro pequeño puesto que en parte me he engañado a mi mismo. En el pequeño mundo de los perros todos nos hemos engañado a nosotros mismos. En el pequeño mundo de los perros todos soñamos en aventuras perrunas. Pero ante la más grandes de las aventuras nos acobardamos. Tenemos miedo, pánico, de vivir puros, que es la única aventura que merece la pena emprenderse. En el pequeño mundo de los perros la indecencia es peor que lo inmoral. En él no se sabe que sólo existe una cosa inmoral: pretender hacer daño a los demás con plena conciencia de lo que se va a hacer. En el pequeño mundo de los perros, la pasiva maldad es más activa que la activa bondad.
En el pequeño mundo de los perros todos somos jugadores tramposos. En el pequeño mundo de los perros hacemos las cosas sólo porque sí. Por hacer algo alimentamos a los perros con trocitos de nuestros sentimientos. Por decir algo decimos amar a cada perrito pequeño que vemos. Por eso nadie puede amar de verdad en el pequeño mundo de los perros. Por eso no hay nada de verdad en el pequeño mundo de los perros. Ni siquiera la falsedad. En el pequeño mundo de los perros incluso los jugadores tramposos hacen trampa haciendo sus trampas. En el pequeño mundo de los perros no se necesita creer en nadie. Por eso nunca se tiene a nadie. Si tenemos a alguien lo tenemos porque sí, porque en el pequeño mundo de los perros todo lo que ocurre es así.
En el pequeño mundo de los perros los perros viejos no tienen nada que decir a los perros jóvenes. Si tuvieran algo que decir tampoco se atreverían a decirlo, pues en el pequeño mundo de los perros nadie esta seguro, ni cree en lo que él mismo dice. Ni siquiera la mentira es auténtica mentira. En el pequeño mundo de los perros mienten las verdades y dicen verdades las mentiras. Por eso todo es igualmente cierto e igualmente falso. Por eso creeríamos ambas cosas si en el pequeño mundo de los perros hubiera algo en lo que nos atreviéramos a creer.
En el pequeño mundo de los perros nadie es feliz, pero tampoco nadie es desgraciado. La forma más común de felicidad es la indiferencia. Los sentimientos más generalizados son ridículos. Los pensamientos aún lo son mucho más. En el pequeño munso de los perros no se llega a comprender núnca que lo que hace que la situación de los perros sea insoportable, es quev el discernimiento de éstos puede analizarla.
En el pequeño mundo de los perros todo el mundo podría vivir como quisiera si por lo menos supiera lo que quiere. En el pequeño mundo de los perros nadie se atreve a hacer caso de lo que se cree que se quiere porque dentro de cada uno hay un falso traidor. Sólo hay una cosa que se quiere de veras. Y es transformarse en otro. Cuando uno se ha transformado en ese otro, en seguida se quiere transformar en otro. En el pequeño mundo de los perros todo cambia. Incluso las piedras. Sobre las piedras de la honradez se ponen las de la deshonra. Incluso las máscaras cambian de máscara. A cambiar de máscara le llaman desenmascararse. Uno se avergüenza de haber nacido en el pequeño mundo de los perros. Si no se avergonzaran también de morir, muchos lo harían. Incluso avergonzarse resulta vergonzosoen el pequeño mundo de los perros.
La única esperanza que les queda a los que se aburren en el pequeño mundo de los perros, es llegar a ser perros grandes. La única ventaja que tiene ser un perro grande en el pequeño mundo de los perros, es que no le da a uno vergüenza morir. Pero lo que no se puede evitar es avergonzarse de vivir, sobre todo si se es un perro grande.
Por eso yo hago lo que hago.
Stig Dagerman
(Suecia 1923- 1954)
Una carta de despedida hecha pedazos
Me preguntais por qué.Os contestaré. Porque estoy cansado de vivir. Cansado de vivir en este mundo de pequeños perros, de pequeños sentimientos, de pequeñas satisfacciones. Se debe estar contento, pero yo no quiero estarlo. No quiero estar satisfecho como un perrito. No hay nada tan repugnante como cuando los perros regresan a casa después de haber vivido sus perrunas aventuras. Yo he sido un perro grande. Pero ni siquiera uno de los grandes quiero ser, aunque siempre es mejor que ser un perrito insignificante. No hay otra opción que ser un perro grande o un perro pequeño.
He sido un perro grande porque os he engañado a todos vosotros. También he sido un perro pequeño puesto que en parte me he engañado a mi mismo. En el pequeño mundo de los perros todos nos hemos engañado a nosotros mismos. En el pequeño mundo de los perros todos soñamos en aventuras perrunas. Pero ante la más grandes de las aventuras nos acobardamos. Tenemos miedo, pánico, de vivir puros, que es la única aventura que merece la pena emprenderse. En el pequeño mundo de los perros la indecencia es peor que lo inmoral. En él no se sabe que sólo existe una cosa inmoral: pretender hacer daño a los demás con plena conciencia de lo que se va a hacer. En el pequeño mundo de los perros, la pasiva maldad es más activa que la activa bondad.
En el pequeño mundo de los perros todos somos jugadores tramposos. En el pequeño mundo de los perros hacemos las cosas sólo porque sí. Por hacer algo alimentamos a los perros con trocitos de nuestros sentimientos. Por decir algo decimos amar a cada perrito pequeño que vemos. Por eso nadie puede amar de verdad en el pequeño mundo de los perros. Por eso no hay nada de verdad en el pequeño mundo de los perros. Ni siquiera la falsedad. En el pequeño mundo de los perros incluso los jugadores tramposos hacen trampa haciendo sus trampas. En el pequeño mundo de los perros no se necesita creer en nadie. Por eso nunca se tiene a nadie. Si tenemos a alguien lo tenemos porque sí, porque en el pequeño mundo de los perros todo lo que ocurre es así.
En el pequeño mundo de los perros los perros viejos no tienen nada que decir a los perros jóvenes. Si tuvieran algo que decir tampoco se atreverían a decirlo, pues en el pequeño mundo de los perros nadie esta seguro, ni cree en lo que él mismo dice. Ni siquiera la mentira es auténtica mentira. En el pequeño mundo de los perros mienten las verdades y dicen verdades las mentiras. Por eso todo es igualmente cierto e igualmente falso. Por eso creeríamos ambas cosas si en el pequeño mundo de los perros hubiera algo en lo que nos atreviéramos a creer.
En el pequeño mundo de los perros nadie es feliz, pero tampoco nadie es desgraciado. La forma más común de felicidad es la indiferencia. Los sentimientos más generalizados son ridículos. Los pensamientos aún lo son mucho más. En el pequeño munso de los perros no se llega a comprender núnca que lo que hace que la situación de los perros sea insoportable, es quev el discernimiento de éstos puede analizarla.
En el pequeño mundo de los perros todo el mundo podría vivir como quisiera si por lo menos supiera lo que quiere. En el pequeño mundo de los perros nadie se atreve a hacer caso de lo que se cree que se quiere porque dentro de cada uno hay un falso traidor. Sólo hay una cosa que se quiere de veras. Y es transformarse en otro. Cuando uno se ha transformado en ese otro, en seguida se quiere transformar en otro. En el pequeño mundo de los perros todo cambia. Incluso las piedras. Sobre las piedras de la honradez se ponen las de la deshonra. Incluso las máscaras cambian de máscara. A cambiar de máscara le llaman desenmascararse. Uno se avergüenza de haber nacido en el pequeño mundo de los perros. Si no se avergonzaran también de morir, muchos lo harían. Incluso avergonzarse resulta vergonzosoen el pequeño mundo de los perros.
La única esperanza que les queda a los que se aburren en el pequeño mundo de los perros, es llegar a ser perros grandes. La única ventaja que tiene ser un perro grande en el pequeño mundo de los perros, es que no le da a uno vergüenza morir. Pero lo que no se puede evitar es avergonzarse de vivir, sobre todo si se es un perro grande.
Por eso yo hago lo que hago.
Stig Dagerman
(Suecia 1923- 1954)
Cuando creías haberme atrapado entre sueños, mi cuerpo comenzó a vibrar frágil desnudándose de tus brazos, revoloteando hasta sacudir la cama.
Te asustaste, y en tu asombro revolviste las sábanas buscándome, hasta quedar rendido, solo y dormido.
La luz se filtró delgada por la persiana tiñendo de púrpura las paredes de la habitación, donde dormías acurrucado en el medio de la cama como un carozo de fruta.
La claridad del cuarto ya era de un rosa opaco y empecé a enroscarme suave como una lila por tus pies, apretándote en las nalgas, ondulándome turquesa por tu espalda
y te sentí respirar
Por la nuca me até fucsia, gruesas lenguas ajustaban tu cuello
y silbabas.
Mientras trepaba por tus orejas rojo fuego reías.
Ya estabas despierto - ¡Buen día! - dije desde tus labios y abrí las alas despegándome de tu cuerpo.
Te diste vuelta y boca arriba me buscabas. Tus ojos corrían por el techo sin pestañear.
Un aura brillante y majestuosa invadió la habitación
altar de rituales
Entonces aparecí sagrada y enfrentados me observabas
Sin comulgar admirabas mi cuerpo en oración
Hipnotizado
bailaste bajo mis ojos violetas
a danza de los cuatro brazos.
miércoles, 16 de enero de 2008
Invisible
La bestia camina con su cola de seda.
Es muy joven todavía.
Sus movimientos desfiguran la belleza que la disfraza
y tras un delicado manto de oro, puede vislumbrarse
el extraño trazo que la dibuja.
Se desviste poco a poco.
Paso a paso se descose, se desarma y despega,
hasta que por fin
queda la última porción de su esplendor.
Es muy joven todavía.
Sus movimientos desfiguran la belleza que la disfraza
y tras un delicado manto de oro, puede vislumbrarse
el extraño trazo que la dibuja.
Se desviste poco a poco.
Paso a paso se descose, se desarma y despega,
hasta que por fin
queda la última porción de su esplendor.
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