Esta solo. Esperando al lado del teléfono, aunque lo disimule.
Siempre es ella la que lo llama. Todavía cree en la posibilidad de no tener que llamarla, de seguir jugando al desinteresado, pero ya pasaron varios días desde la última vez que se vieron.
¡Que poco delicado había sido! y aunque borracho le había confesado algunas cosas que quizá ni ella se acuerde.
Se tira en la cama, son las diez menos cuarto, nada que hacer y piensa en ella. La recuerda encima suyo, empujando, rodeándole el cuello, lamiendo, entrando en su oído. Se desabrocha la blusa, las tetas perfuman su cara. Se siente apretado, se baja el pantalón. La agarra de la cara, sus ojos en el fondo son naranjas.
Suena el teléfono...
viernes, 1 de agosto de 2008
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2 comentarios:
telepatía
casualidad
destino
vaya uno a saber -
tal vez haya que darse por vencido
y dejar que el huracán pase
y arranque de cuajo todos los
árboles de la espera
de una vez por todas...
abandonar por un rato la tibieza y que todo sea al menos
por un rato
real.
me gustó el texto.
(el detalle de "las tetas perfuman su cara" es tremendamente verosímil. ESA es la expresión exactas para ESE momento.
)
saludos
m.
TEhiciste fan amigo , parece.
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