El señor de rojo está del otro lado de la vidriera.
Su pelo es castaño terciopelo
guantes azul marino cubren las manos
cruzadas por detrás.
El tiempo se acorta
acaricio el vidrio tentando su mirada.
Simplemente me deleita
con su espalda, cuello, muslos y piernas.
Ya es hora de apreciarlo de frente
de aprisionarlo en mis ojos
de que con los suyos dibuje mi cuerpo, mi pelo, mis piernas.
¿Por qué sólo lo conforma el vaivén de los coches por el asfalto?
Hoy no puede quedar así. No de nuevo.
Entonces mi hombre gira su cuello al compás
de un grito que proviene de la vidriera (alarido que se desvanece en carcajada femenina)
(ahí me espía)
me retiene el ida y vuelta
¡me desorbitan sus ojos inquietos!
Se mezclan las pupilas, aleteo los ojos
cruzo las piernas, los bolsillos guardan sus manos
le enseño mi boca:
se acerca observa
brillan mis labios transpira su frente
empaño el vidrio juntamos las bocas (beso vidriodepormedio)
tomo distancia sus ojos me clavan (perspectiva)
(¡Luces!)
le demuestro mi espalda, mi escote y la entrada
(que es mi salida)
se ríe, se inquieta y distingue!
(¡es un niño!)
domingo, 24 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
me gusto el texto
pero vaya si quedé desorientado!
Publicar un comentario