miércoles, 11 de noviembre de 2009

La cara llena de cables

enroscados bajo la piel

bajo la carne los huesos

minuciosos nudos trasparentes.

Un grito helado se expande

desgarra la boca

los labios brillan intactos

tirantes soportes de aquel gesto.

La mueca

se impregna en la cara

en los ojos que antes lloraban

y ahora solo recuerdan.

Los músculos sostienen incansables

el impacto de la pérdida

y retienen

retienen todo en la memoria.

Cada lágrima

suelta un puñado de alivio

la respiración abre las manos

la cara se desnuda

los ojos balcones vacíos

y me asomo para ver lo posible.

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