lunes, 29 de septiembre de 2008

Ella... (let me in the blues) VII

Ese domingo yo había dormido profundo hasta tarde.
Me extraviaba boca arriba
en posiciones cómodas
en movimientos placidos
que me desorientaban al volver repentinamente
a un presente estático.

Había soñado con el.
El refluía de las catacumbas y estaba conmigo
diciéndome palabras tan suaves que me daban ganas de llorar
pero no lloraba, el aire cálido se volvía húmedo, pesado
entonces llovía y el me seguía por la calle
sabía que donde yo fuera lo iba a estar esperando
se sentía en el aire pegajoso como el azúcar
mientras se va derritiendo bajo el sol.
Ahora me sentía dulce
y me daba cuenta porque el me hablaba
con la ternura con la que se le habla a los niños,
como contándome un cuento
me decía - quiero hacer una poesía de vos –acariciándome suave
hamacando mi cuerpo colgado de sus brazos
que le entregue mi peso, mi fuerza, mis deseos y mis penas
para estar liviana y poder suspenderme en la atmósfera
y ser sólo espíritu.

No era la muerte
era un sueño
no existía la muerte entre nosotros.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Manos como guirnaldas
que adornan mi pelo
papel barrilete.

Manos que aplauden libres
cabalgata de caballos
que no saben cuándo van a detenerse.

Manos calientes
que se hunden en la piel
en la plaza
derritiéndome el cuerpo
manzana acaramelada.

Manos que tapan
manos que sostienen
manos que atrapan
que ofrecen
que reciben.

Manos vivas
de cuerpo propio

lunes, 22 de septiembre de 2008

La carrera

Salto el pozo
sigo.
Mis piernas tiemblan la emoción de vengarse.
Supe esquivar cualquier obstáculo
eso se terminó.
La velocidad
la fuerza que me empuja y me retiene
dominando al placer
despierta en mí el sentido más fugaz.
Escapo de la cuenta regresiva en la que estoy atrapada.
Eso me está sacando el sueño
está marcando mi sangre.
Creo en la muerte
en las noches agradezco su carne y su cielo.

Me revuelvo las tripas para desafiar mi templanza
y me arde la garganta de tanto vomitar.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Laberynth


It's only forever

It's not long at all

Lost and lonely

That's underground

Underground

lunes, 15 de septiembre de 2008

Ella... (let me in the blues) VI

Ese domingo la tarde estaba pálida y la Luna asomaba transparente como una uña.
Yo miraba el cielo a lo largo, tendida en el pasto, pensativa.
Contaba cuántos pájaros volaban y atravesaban mi visión.
Ese día Ella había estado triste por completo. Me había despertado a la madrugada temprano con la garganta llena de angustia.
Se preguntaba muy preocupada por qué no había podido enamorarse de ese hombre que sinceramente la amaba. Se preguntaba e inmediatamente se sentía culpable. No había podido sostener uno de los sentimientos más valiosos del ser humano.
No creía lo suficientemente en el amor? No se sentía merecedora?
Era un sentimiento desconocido para Ella. Mientras tanto, yo tomaba mate y miraba como los árboles iban tomando color bajo el sol de la mañana.
El amor existe pero no es como lo imaginás. Yo trataba de consolarla diciéndole que el amor era como el Sol, era una energía creadora más que un sentimiento de conquista y de posesión como el que él había tenido por Ella.
Yo había nacido gracias a esta energía creadora. Ella tenía que recuperar la esperanza para reconocer al amor porque formaba parte de la esencia de mi ser.
Estas palabras la tranquilizaban y tuvo ganas de salir a la calle. Camine hasta la habitación, saqué del placard un vestido blanco con flores rojas. Hacía calor y el vestido se deslizaba fresco sobre mi piel mientras me lo ponía. Fui hasta el baño, me miré en el espejo, tenía el pelo largo sobre la espalda y los ojos livianos, casi transparentes. Cepillé mis dientes y Ella me sonrió desde el espejo. Se sentía frágil pero tenía ganas de tomar aire, así que me puse unas sandalias y salí.

La calle no estaba muy poblada, pero los gorriones ya no estaban en sus nidos, el Sol los había convocado y ellos volaban y se intercambiaban entre los árboles del parque.
Ahí me iba a quedar, bajo la sombra de ese eucalipto viejo y robusto. Primero me senté, el crujido frágil de las hojas me recibió y al rato ya estaba recostada boca arriba como una hoja seca.
El Sol podía verme por entre las ramas, el cuerpo rendido al pie del árbol. Me espiaba entre los pedacitos de las hojas que se movían con la brisa. Sus rayos eran brazos ardientes que me abrazaban comprensivos, mientras Ella se cargaba con esa energía que le daba seguridad.
El Sol le inundaba los pensamientos, todo era calma. En ese momento estaba siendo habitada por él. Mi cuerpo era un túnel vacío, oscuro dónde él atravesaba dulcemente con su calor creando cada parte de mí, los pies, las rodillas, el estómago, el pecho, se hacían reales con la fuerza de su energía. La sangre brillaba bajo mi piel. Ella se sentía completa, era como estar en el útero materno, era feliz.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Calma chicha

Me carne las ganas
me ganan las aguas
me quedan algunos ratos de calma
sobre todo la cama
sobre nada la espera.

Un insecto inoportuno triunfó el fracaso
Se fue de frasco y abarcó el futuro
pero al no ver frutos desistió al destino
y corrió al refugio plagado de ratas.



Pesadillas a la hora de la siesta. Guacha editora 2005

A pala y pico

Aseguré el entierro sin preludio alguno.
Mientras esforzaba lo último en puñados de tierra
vino a mí una estampida de recuerdos frescos para atacarme por última vez.

Me alejé como un disparo
para disuadir cualquier posibilidad de venganza
saltando al grito de ¡Libertad!




Pesadillas a la hora de la siesta. Guacha editora 2005

lunes, 8 de septiembre de 2008

Ella... (let me in the blues) V

Los domingos no son buenos días para tomar decisiones.
Yo no estoy acostumbrada a pedir opiniones y tampoco me gusta darle a nadie mi propio punto de vista sobre cosas que me son ajenas.
Algo que obtuve desde muy chica fue una capacidad para tomar mis propias decisiones, algo así como seguir un hilo fuerte y dorado que enlazaba cada situación, cada acontecimiento con un destino superior a la comprensión racional que me organiza.
A lo largo de mi vida siempre percibí dos opciones: si o no, derecha o izquierda, arriba o abajo, derecho o revés, y siempre, pero siempre sentí la completa seguridad de mis elecciones, prescindiendo de todo tipo de juicio moral. Los resultados no dependían de mi decisión, eso estaba más allá de mi voluntad.
Yo supe desde pequeña que nunca estaría sola, que Ella no sólo era parte de mí sino que siempre estaba conmigo y por eso nunca creí realmente en la soledad. Ella me hacía sentir parte de un todo, no más importante que un animal, una planta o una herramienta.
Entonces descubrí, tras un manto de silencio, el valor esencial que tenían las cosas que habitaban a mí alrededor.
Empecé a percibir un lenguaje que no siempre tenía sonidos, pero con el que se podía conversar. Era un lenguaje que Ella usaba con el mundo exterior, con las cosas inanimadas en apariencia. Era una comunicación entre energías. Yo aprendí a percibir el significado oculto de las cosas que tenían relación conmigo, de las cosas materiales mayormente. Descifraba el mensaje de los objetos que podía ver o tocar y comprendía cual era la verdadera relación que tenían conmigo. Entendí que tenían una manera muy silenciosa de ayudarme a tomar decisiones. Me ofrecían señales en las que yo podía confiar y eran las únicas que necesitaba para estar segura de mi elección.
Tranquilamente me sumerjo en situaciones, emprendo viajes, me muevo desinteresadamente como las paginas de una revista, confío en mi sonrisa y mis gestos son siempre precisos. Estoy rodeada por una atmósfera familiar, mi andar tiene un ritmo que no desentona con mi voz, todo es una perfecta conexión, no hay casualidad que salpique el paisaje.
Es porque creo que existe un destino que me mueve por el mundo y se refleja en las cosas y en la gente. Pero en esta última es más opaco el reflejo. No tengo tanta facilidad para conjugarme con las personas y a Ella la desorientan bastante. En cada relación aparente creo vislumbrar el brillo de ese hilo que me muestra el destino y Ella acude a las señales que muestran los objetos que me rodean, en esos momentos de confusión.
Con respecto al género humano soy parte de esta condición, por eso repaso para darme valor lo que comparto con esta especie: por empezar el planeta tierra, el espacio físico pero conjuntamente con un momento histórico, es decir en una misma porción de tiempo. Y el tiempo es lo que unifica las cosas creando acontecimientos. Pero a la vez es algo tan propio, tan valioso, que cada persona tiene un ritmo característico muy distinto al de los demás.
Por eso en un vínculo los tiempos se complementan, hacen un único compás.

Compartir el tiempo, era lo que mas me costaba. En el contacto con las otras personas me sentía a destiempo. El tiempo que me poseía era como una marea. Había momentos donde las corrientes eran calmas, ahí las palabras fluían como agua, mis pensamientos eran transparentes y había sabiduría en mis movimientos. De la tranquilidad nacían las olas, al principio creadas por la aventura, pequeñas y espaciadas, de crestas rebeldes y burlonas, que rompían escandalosas contra la calma. Las olas crecían mientras la marea subía, eran repentinas y de fuerte impacto, capaces de arrastrar hasta las profundidades. La marea revuelta predominaba y nadie quería sumergirse en aguas tan espesas.
Era difícil mantener un ritmo calmo y armónico. El mar y Ella tenían el mismo ritmo, por eso yo sentía sobre mí la energía dominante de la naturaleza.
Mi tiempo y su energía estaban regidos por la Luna, quien regulaba mis movimientos de ansiedad o de serenidad. Durante la noche el tiempo cobraba otras dimensiones, los impulsos eran mas intensos, pero el brillo de la Luna iluminaba mis pensamientos, protegiéndome de la oscuridad y era la única que podía decirme que hacer cuando el miedo se apoderaba de mi.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Transfusión de mercurio

Claras noches
largas y plateadas,
bebiendo muerte en cada herida
sangro a gritos.

Hoy no voy a llorar
ya casi no lo hago.
Mi lengua se traga hecha un nudo de plomo que cae pesado.

Ya no hay nada que hablar
sólo decirlo de otra forma.

Colgate

Quiero que me llenes de ese líquido verde
que usas para enjuagarte los dientes
tan blancos que tenés!
y me refresques, me desinfectes, me desodorices.

Ser inmune de nuevo
para ser nociva otra vez
sin que mis besos te enchastren
o ensucien tu timidez.

Si aprendieras a usurparme
secuestrarme o profanarme
comprenderías cariño mío
lo divertido que es enamorarme.

Me cansé de perseguirte
de buscarte y encontrarte
y que desaproveches las oportunidades
que tanto me cuestan proporcionarte.

Así que hoy por hoy
no estoy solamente para vos
pero cuando quieras recordar
que soy tan profunda como el mar
no tenés mas que oler mis rastros
bañarte y llamar.




Pesadillas a la hora de la siesta Guacha editora 2005

viernes, 5 de septiembre de 2008

*************

Puede ser que mi risa
destiña tus palabras
y el nudo de tu furia
ruborice mi rabia.




Pero tengo callos en los ojos
de andar callada.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Ella... (let me in the blues) IV

Eran momentos, pero de mucha intensidad.
Brutalmente yo pasaba a un segundo plano, a un refugio de persuasión y cobardía.
Inconmensurable toda ella reaparecía: era un retorno desde el triunfo, decidida a proclamarse como la única e insuperable.
En esos momentos algo cambiaba en mi manera de caminar, los pasos se alargaban como lengüetazas, eran firmes y ruidosos.


Ese día yo había salido bajo la lluvia corriendo por las calles, aterrorizada tratando de esquivar los llamados telefónicos de Franco, quien como novio era parte del pasado pero regresaba como amante itinerante. Realmente era ella quien lo llamaba. Era su caballito de batalla con el que intentaba confundirme. Me atormentaba con pensamiento negativos, me cuestionaba su desaparición comparándolo con un muerto. -Y si no está muerto porqué no lo llamas?- me decía. Y me degradaba hasta lograr hacerme tener conmiseración de mi misma.
Entonces ella agarraba el teléfono y lo llamaba, tenían conversaciones cortas pero concretas donde acordaban lugar y horario de encuentro.

Ese día ella telefoneó a su casa y en el contestador automático dejó dicho que no se sentía bien y que necesitaba hablar con el urgentemente.
En un intento por volver a tomar el control, violentamente forzada ante la situación de tener que hablar seriamente con Franco, salí de mi casa como queriendo huir de mi cuerpo.
En la calle caía una lluvia aguda y constante, yo caminaba rápido pero sin saber para donde. La calle era una incertidumbre y empecé a sentirme mareada.
Ella estaba decidida, sabía donde vivía Franco y sin más me arrastro sobre los pies con su paso firme.

Llego a su casa y tomo el ascensor.
Me declaro en subida permanente.
Soy como la fiebre y en 40 grados llego a la puerta de su casa.
No toco el timbre, golpeo dos veces en seco.
El abre sin saber porque estoy ahí (yo tampoco)
No pude advertirle, no tuve tiempo.
Todavía desde la puerta ella dice
- No aguanto más, necesito que me toques ahora-
y apago el cigarro sin mirarlo.
Asustado me dice que pase.
Entro y me quedo de espaldas a él
no estoy muy segura de lo que voy a hacer
pero estoy poseída.
El se acerca por detrás hasta respirarme en el cuello
buscándome con el olfato como los animales.
Permanezco quieta sintiendo un escalofrío
mi piel se eriza como en alerta.
Despacio me suelta el pelo, eso me alivia.
Tomo aire profundamente, ya no me siento ahogada
quiero girar para ver si sigue asombrado
pero enlaza sus brazos por detrás, reteniéndome de espaldas.
Sus manos rasposas entran por el escote
no tengo corpiño y mis tetas están firmes
me inclino hacia delante para que las agarre pesadas.
Ella le entrega mis tetas que se agrandan en sus manos
calientes como incubadoras.
De mi boca salen palabras que no quería decir
pero yo ya estoy rendida ante ella
no puedo seguir resistiéndome.
El impulso me domina.

Franco tenía una capacidad especial que hacía que ella lo siguiera reclamando. De alguna manera el era el único hombre hasta ahora que sabía diferenciarme de ella y a la vez la respetaba sin cuestionarme. Franco la contenía sin sentirse ultrajado, era como si la entendiera sin darle la razón. Sabía que ella era injustamente caprichosa y había comprobado que no era capaz de enamorarla. Ella era insaciable.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Borboleta



Cuando creías haberme atrapado entre sueños
mi cuerpo comenzó a vibrar frágil, desnudándose de tus brazos
revoloteando hasta sacudir la cama.
Te asustaste
y en tu asombro revolviste las sábanas buscándome
hasta quedar rendido, solo y dormido.
La luz se filtró delgada por la persiana
tiñendo de púrpura las paredes de la habitación
donde dormías acurrucado en el medio de la cama
como un carozo de fruta.
La claridad del cuarto ya era de un rosa opaco
y empecé a enroscarme suave como una lila por tus pies
apretándote en las nalgas, ondulándome turquesa por tu espalda
y te sentí respirar.
Por la nuca me até fucsia
gruesas lenguas ajustaban tu cuello.
Mientras trepaba por tus orejas rojo fuego
reías y te escuché.
Ya estabas despierto
¡Buen día! - dije desde tus labios
y abrí las alas despegándome de tu cuerpo.
Te diste vuelta, boca arriba me buscabas.
Tus ojos corrían por el techo sin pestañear.

Un aura brillante y majestuosa invadió la habitación
altar de rituales

Entonces aparecí sagrada
y enfrentados me observabas.
Sin comulgar admirabas mi cuerpo en oración.
Hipnotizado
bailaste bajo mis ojos violetas
la danza de los cuatro brazos.

Dibujo de Boris Vallejo.